sábado, 14 de diciembre de 2013

La educación obligatoria.

La educación es un derecho social universal, que tiene dos grandes retos:

  • Abordar la enorme diversidad de sujetos, por sus cualidades, intereses, medio social de pertenencia, cultura de origen y con expectativas diferentes.
  • ¿Qué contenidos deben haber en el currículum de esa escuela y cómo lo haremos fructificar?
La educación debe necesariamente ser única y la misma para todos, y que el cuidado de ella debe ser común y no privado (ARISTÓTELES, 1988, Política, pág. 456.)

¿ Qué ocurre cuando una institución como la escuela obligatoria se enfrenta con toda la diversidad social y de los individuos?
Una escuela común que satisfaga el ideal de una educación igual para todos parece un imposible. No obstante, es un derecho básico para todos, una igualdad simple, es decir, una enseñanza con contenidos y fines comunes. Esto obliga a aceptar el reto de hacer compatible la escolaridad obligatoria en un proyecto válido para todos, con la realidad de la diversidad.

¿ Cómo  lograr la universalización, la diversidad, la igualdad simple..?
Las perspectivas más relevantes para los maestros son:
  • La naturalidad de las diferencias.

Primeramente: todos los hombres han de ser encaminados a los mismos fines de la
ciencia, costumbres y santidad.
En segundo lugar: todos los hombres, sea cualquiera la diferencia que presenten en
sus cualidades, tienen una única e igual naturaleza humana dotada de los mismos
órganos.
Tercero: la expresada diversidad de cualidades no es sino exceso o defecto de la
armonía natural...

(COMENIUS, Didáctica magna)
  •  La diversidad se convierte en problema. El gusto por la norma o el nivel.
El funcionamiento dominante de la escuela, de su currículum, de los métodos
pedagógicos, está configurado, generalmente, más para organizar la desigualdad
entre los escolares que para corregirla o para convivir con la diversidad de
capacidades, niveles en las mismas, ritmos de trabajo distintos, motivaciones variadas
de los sujetos, etc. El mecanismo de normalización que define el éxito (para los que
quedan incluidos en la norma) y la exclusión (para los que quedan fuera de la norma)
se vio reforzado en el momento en que la escolaridad se hizo realmente obligatoria
para todos. Cuando la escolarización universal no es real, la exclusión de los que no
superan la norma no es necesaria, ya que los candidatos a ser excluidos ni siquiera
acuden a las escuelas. Cuando éstos las frecuentan, pero están poco tiempo en ellas
y las abandonan, ocurre lo mismo. Pero cuando la obligatoriedad se hace efectiva,
aparece la idea de fracaso escolar como lacra interna, aparentando ser una especie
de atipicidad que se convierte en una forma de exclusión que afecta, ahora, a los que
permanecen dentro de las escuelas. 
  •  Graduar la escuela obligatoria facilita el progreso ordenado, pero regula un ritmo para    los estudiantes que son desiguales.
  •  Formas de abordar la complejidad provocada por la diversidad.
  1. Debatir y lograr consensos acerca de lo que debe ser común para todos
  2.  A la diversidad de los sujetos hay que responder con la diversificación de la pedagogía.
  3. Centros y profesores tienen que hacer viable el libre progreso de los más capaces
    de forma natural, alimentando los intereses del estudiante, abriéndole caminos y
    proporcionándole recursos.
  4. Con un solo libro de texto, idéntico para toda la clase, sin otros recursos a
    disposición de los alumnos, es imposible diferenciar la pedagogía cuando sea
    conveniente hacerlo. 
  5. Más ambiciosa y complicada de ejecutar es la idea de ir disponiendo de itinerarios
    formativos distintos, que rompan con el marco organizativo
    dominante, entendiendo la individualización como una estrategia general para
    períodos largos de tiempo, rompiendo las clasificaciones de grados y las actuaciones
    individuales de los profesores encerrados en sus especialidades.
  • La escuela pública y comprensiva como respuesta a las desigualdades y a las diferencias.
Esa disimilitud se produce de manera espontánea al estar ubicadas las escuelas en contextos sociales diferentes, lo cual da lugar a que la
población escolar que acude a cada centro tenga condiciones peculiares. Las
desigualdades que subyacen a la distribución geográfica de la población se traducen
en desigualdades entre centros escolares ubicados en diferentes zonas: rurales o
urbanos, situados en suburbios o en áreas residenciales, ubicados en zonas de
diferente nivel de desarrollo, etc. Una escuela pública en un suburbio de una gran
ciudad acoge a estudiantes muy distintos a los de otra que, aunque sea igualmente
pública, esté situada en otro contexto urbano más favorecido. Estas desigualdades
sociales dan lugar a otras simétricas en las escuelas. Ésta es una evidencia de cómo
desde la educación no se pueden combatir las desigualdades sociales. Poco podemos
hacer desde la práctica educativa, aparte de tomar y de dar conciencia crítica de esas
realidades y establecer políticas y prácticas educativas compensatorias que pueden
paliar, pero no remediar, desigualdades externas a las escuelas.





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